lunes, 23 de septiembre de 2013

Fabulosa Primavera: Cómo los Cadillacs salvaron el día

De la forma en la que la primavera, versión 2013, había llegado no podía esperarse mucho. Para quienes esperaban hace meses el tan anunciado regreso al escenario de los Cadillacs, al mal tiempo buena cara y muchas ganas de bailar.

En el marco de un nuevo evento perteneciente a la saga de los Movistar Free Music, el 21 de septiembre prometía ser una fiesta. Un tanto engañoso el nombre, ya que si se presenta como "free" cualquiera podría imaginar accesibilidad para todo el mundo, amparados en el concepto de lo gratuito. Sin embargo, impulsado por la compañía proveedora de telefonía celular, sólo sus clientes podían retirar con anterioridad un par de entradas. Más allá de observar al llegar al predio que habían montado una vallado de infranqueable color negro, también podía canjearse un par de entradas brindando un alimento no perecedero, o bien tener la buena fortuna de preguntar por un ingreso de sobra entre la multitud que empezaba a congregarse mientras se ocultaba el sol.

Muchos de quienes optaron por tomar posiciones desde temprano lo hicieron resguardados por un paraguas, recibiendo una fina lluvia que poca preocupación traía. Cállate Mark, la banda del hijo de Vicentico, tuvo que dar el puntapié inicial, ante los oídos bondadosos que supieron asimilar "el sonido joven" de los muchachines. El segundo puesto de una grilla que no fue difundida en su totalidad, lo ocuparon Los Kahunas, con su surfer rock y unas estridentes guitarras que tranquilamente transportan al imaginario colectivo a la más cálida y acogedora playa, rodeado de la mejor compañía que se pueda pedir. Agrupación amiga de los próceres de la noche; de hecho Big Papu sumó su viola a la grabación de CJ, en una de las últimas placas fabulosas.

La sorpresa de la tardecita primaveral la dio Macaco, una dosis de reggae roots que distó bastante de sus hits comerciales y radiales que sirvieron de carta de presentación para el artista español en nuestro país. Si bien sus estandartes musicales estuvieron presentes, y cosechó aplausos por los mismos, también sirvió de previa para los pies de aquellos que sentían acalambrarse en la espera. Un episodio que llamó la atención se vivió en el final del repertorio del artista que nació en casa de artistas y creció cantando en la rambla de Barcelona desde adolescente. Cuando comenzaba a despedirse, se lanzó a improvisar como habitualmente lo hace, pero invitando a un trompetista que dijo conocer en su corta estadía en Buenos Aires para compartir el momento. Lo curioso es que, aún sin siquiera nombrarlo, este misterioso intérprete nunca accedió a salir a escena. El cálculo es simple y se reduce a un par de nombres, pero el plantazo fue piloteado entre arengas por una especie de solo de trompeta/trombón gutural que dejó más dudas que certezas. Como frutilla de su oferta musical, cerró el set con una versión de Monkey Man muy amena, salvo por confundirse a la hora de enunciar los autores de tal himno. No, no eran The Clash, fe de erratas y tendría que haberse escuchado The Specials.

Minutos antes de las 21 hs. ya se sentía en el ambiente lo que iba a suceder. De a poco, como hormigas, las cabezas se empezaron a mover hacia adelante, en busca de un lugar más cercano a los ídolos. Mientras tanto, desde todo el mundo se podía vivir esta fiesta a través de internet. No sólo la empresa de comunicaciones tenía la transmisión, sino que el mismísimo Mario Pergolini se encontraba en el mangrullo de sonido, auriculares y micrófono en mano, para relatar el acontecer. De hecho, en patalla gigante apareció su rostro y con su distintiva voz dio paso al soundtrack de James Bond, teletransportando a los presentes al estadio de River Plate años atrás, en el esperado regreso.
Foto: Rudy Ska
La capacidad prevista para esta seguidilla de shows primaverales se vio desbordada, y como era de esperar, aquellos paneles negros que marcaban la diferencia entre un evento gratuito y uno exclusivo cedieron. Finalizada la jornada no se veía otra cosa en el horizonte nocturno más que gente.

Vientos, "el León está escondido en el callejón", y la avalancha de gente que aguantó durante horas, días, meses por ese instante, a pesar de la amenaza de la lluvia. Luego de varios temas, Vicentico se dirigiría a la multitud con un saludo bien correspondido. Es más, la química con los espectadores fue impecable y hasta se permitió el frontman bromear con algún que otro jovencito excitado. Durante la tarde gris, formaron parte del decorado urbano los aviones que aterrizaban a unos metros del predio, en el Aeroparque Metropolitano. Seguramente los ubicados en el lado derecho y próximos a la ventanilla se habrán preguntado por qué tanto alboroto, quiénes serían los que están en el stage. La respuesta habría sido musical, y la gente hubiera coreado a los gritos "los Cadillacs tocando para vos, los Cadillacs tocando para vos."  
Si bien faltaron temas clásicos, uno tampoco podía pretender que el recital se extendiera por largas horas. Con La Luz del Ritmo como emblema de este regreso fabuloso, el resto fue dedicado a quienes crecieron escuchándolos. Claro que también se percibía entre el montón de comentarios al estilo: "Uy, este tema cuál es?", como pasó al momento de escuchar Piazzolla o Sábato. Fue tan nutrida la lista de temas de aquel emblemático disco Fabuloso Calavera que hasta la mismísima tapa del álbum quedó plasmada en las pantallas del recinto. (Setlist completa)
Un falso final que dejaba más que claro que serían solo unos minutos de parate y se vendrían las canciones finales, cosa que sucedió al pie de la letra. El momento familiar se dio cuando se invirtieron algunos roles y se sumaron a la escena Florián y Astor, respectivos hijos (en su entrada adolescencia) de Vicentico y Flavio. La voz pasó al bajo, el bajo pasó a la voz: Guns of Brixton. Luego:  Los condenaditos, Vasos vacíos, Mi novia se cayó en un pozo ciego, El satánico Dr. Cadillac y el final muy cantado con Yo no me sentaría en tu mesa.
Finalmente hubo fiesta, volvieron Los Cadillacs.

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